Carta a mi hijo

Tenía muchos deseos de volver a escribir, pero estuve bastante ocupada con temas de trabajo y no había podido sacar el tiempo para publicar otro artículo.

Un día, conversando con mi mamá, empezamos a recordar lo difíciles que fueron mis últimos meses en Estados Unidos y también nos pusimos a pensar en lo rápido que se había pasado el tiempo, ya que hace casi 5 años nos montamos ese avión que nos trajo a Colombia con mi hijo, quien en ese momento acababa de cumplir un año. 

Desde hace casi tres años no tengo noticias del papá de mi hijo. En los primeros dos años en Colombia, nos visitó un par de veces y llamaba con frecuencia, pero un día todo cambió cuando, en lo que fue su última visita, firmó los documentos legales en los cuales, no solo accedía al divorcio, sino también aprobaba que yo tuviera la custodia física de nuestro hijo, que viviéramos en Colombia, entre otras cláusulas exigidas tanto por el gobierno colombiano como por el Bienestar Familiar.

Durante la misma conversación con mi mamá, ella me dijo: “el tiempo está pasando y las cosas se olvidan. Deberías empezar a anotar todos aquellos malos recuerdos y situaciones dolorosas, para que quede constancia por escrito de todo lo que has sufrido”. 

Pero en ese momento pensé: ¿para qué gastar el tiempo en escribir acerca de situaciones que al recordarlas solo me causarán dolor? Soy una fiel creyente de que cuando no tienes nada bueno que decir de alguien, es mejor no decir nada. Y fue entonces cuando se me ocurrió que, en vez de escribir un memorial de agravios en contra del papá de mi hijo y en todo el daño que me causó a mí y, por consiguiente también a su propio hijo, decidí escribirle una carta a mi gordo. 

Querido hijo:

Quiero escribirte esta carta para que conozcas más de mí y sepas acerca de aquellas cosas de las cuales no es fácil hablar en la cotidianidad. Eres aún muy pequeño y, aunque eres muy maduro e inteligente, sólo tienes 5 años y hay cosas que, a tu corta edad, son difíciles de entender.

Soñaba con ser madre desde muy joven y, desde muy niña, siempre quise hacer las cosas bien por mi naturaleza perfeccionista – cumplir mis anhelos, completar una lista de cosas por hacer antes de los 30 y también escoger a la pareja “ideal” y, en el intento, traté de ser feliz – sin éxito – con dos personas (una de ellas tu papá) que, hoy en día sé y entiendo, no eran adecuadas para mí.⠀⠀⠀

Como mujer, he pasado por una buena dosis de pruebas en la vida – tuve cáncer de seno, no he sido muy de buenas en el amor, me he sentido sola, perdida y aislada muchas veces, he tenido periodos de baja autoestima… Pero soy consciente de que, aunque he pasado por muchas situaciones difíciles, tengo demasiados motivos de gratitud, sobre todo cuando te miro a los ojos y por eso, doy gracias a Dios y a la vida por haberme concedido el mejor de los regalos el día que naciste.

Ser mamá ha sido una experiencia gratificante y enriquecedora y un trabajo que, aunque es bastante desafiante, disfruto al máximo y le ha dado sentido a mi vida. Eres mi motivación, mi maestro y la razón más importante de ser mi mejor versión.

Naciste en Boston, Estados Unidos hace casi 6 años y cuando acababas de cumplir un año viajamos a Colombia, porque quería estar cerca de tus abuelos ya que estaba pasando por una situación difícil con tu papá.

Después de estar unos meses en Colombia, me di cuenta que mi vida aquí era muy enriquecedora y completa gracias a la paz y tranquilidad que me brindan la calidez de mi país y el estar cerca de mi familia. Entendí que si yo estaba bien, tú también lo ibas a estar y fue por eso que después de un tiempo tomé la decisión de quedarnos a vivir en Colombia.

Te confieso que nunca imaginé volver a vivir en Barranquilla, la ciudad donde nací y, mucho menos, volver a ser hija de familia y todas las arandelas que acompañan ese proceso, pero consideré muy importante que crecieras en un ambiente de familia, lleno de amor y eso es posible aquí en Colombia, porque vivimos con tus abuelos que te aman con locura.

Aunque no es un lugar perfecto, Colombia me ayudó a encontrar una paz que no sentía desde hacía mucho tiempo. Sentí que finalmente podía respirar, porque contaba con el apoyo de mi familia en lo que, en su momento, fue una dura transición.

Por eso, hijo, la mejor herencia que puedo dejarte es esa dedicación y entrega, con las cuales he ejercido la maternidad hasta ahora, acompañada de una buena educación y una sólida formación en valores.

Si bien vivir en Colombia me ha permitido encontrar la serenidad que hace mucho tiempo no sentía, también implica el tener que vivir en una sociedad con una escala de valores invertida. Por esa razón, considero importante que conozcas el mundo, abras tu mente y entiendas que existen otros lugares y culturas y, por medio de ellas, enriquezcas tu vida y tu intelecto.

Aún me siento joven y, en mi opinión, estoy en mi mejor momento como mujer pero, en estos momentos, tengo más compromisos contigo. Me he dado la oportunidad de conocer a un par de personas, pero no estoy interesada en relaciones insípidas y superficiales que no le aporten nada a mi vida y me quiten tiempo para estar contigo.

Sé que es importante no olvidarme de mí misma y considero primordial que entiendas que, aunque te amo locamente, soy una mujer aún joven que merece ser feliz en el amor. Me siento lista para abrirle mi corazón a la persona que sepa valorarme, respetarme y amarme pero, aún por momentos, me invade la inseguridad y me pregunto si mi “aparente” vulnerabilidad pueda convertirse en un obstáculo para encontrar a la pareja idónea – una persona que, además de quererme a mí, acepte y quiera al gran tesoro que tú eres.

A ratos, pensar en el futuro me genera un poco de estrés, pero tengo la seguridad que, estemos donde estemos, estaremos felices. Aunque sé que no soy la mamá ni la mujer perfecta, he dado lo mejor de mí para ser un buen ejemplo para tí.

Espero ser tu amiga y aliada y que siempre tengas la confianza de preguntarme lo que quieras porque te responderé con la candidez que me caracteriza y nunca te mentiré.

Quiero dejarte el legado del amor, el positivismo, la resiliencia, la disciplina, la paciencia, la tolerancia, la perseverancia, la motivación y la pasión para lograr tus metas. Sé que entenderás que todo lo que he hecho lo he hecho por el profundo amor que te tengo y porque sé que ha sido por tu bien.

Confío en que Dios me dará mucha salud y podré vivir lo suficiente para continuar transitando por el camino de la felicidad de tu mano y llegar a verte convertido en un hombre de bien, capaz de dejar una huella auténtica en los demás.

Hijo, enterarme que estaba embarazada de tí fue hermoso y una experiencia única, pero las palabras no son suficientes para explicar lo que siento al tenerte a mi lado.

Gracias por ser mi motor, por robarme una sonrisa todos los días, por enseñarme tanto, por ser mi compañero y, sin duda alguna, el gran amor de mi vida. Te amo, hijo. Eres lo mas grande siendo aún tan pequeño.

MAMÁ