Anoche viví una de esas situaciones que dejan una sensación extraña. Estaba en pijamas viendo Netflix, disfrutando de una noche tranquila, cuando decidí salir porque me hacía ilusión ver a la prima mayor de mi amigo, que estaba de visita en la ciudad. Lo que prometía ser una noche relajada, llena de charlas, risas y buena compañía, terminó convirtiéndose en algo… raro. Muy raro. No por la presencia de su prima, claro, sino por la actitud de mi amigo, quien decidió convertir la noche en una oportunidad para ligar.

Todo comenzó con la llegada «coincidencial» de una mujer con quien él, según comentó, había salido brevemente. Al principio, el coqueteo era sutil y casi imperceptible. Pensé: «Bueno, está socializando con alguien conocido, nada malo en ello». Pero, a medida que pasaba la noche, la situación cambió. Ya no era una conversación amigable o el típico flirteo inofensivo. De repente, me di cuenta de que estaba presenciando lo que parecía ser la escena de una pareja discutiendo. La mujer, visiblemente molesta e incómoda con mi presencia —lo cual aún no entiendo—, me hizo sentir como un estorbo en su intento de conquista.

Lo que más me molestó fue lo que sucedió al final de la noche. Ya cuando nos íbamos, y todos con unos tragos de más, mi amigo me dice que esta mujer quería que él la llevara a su casa, pero lo mencionó como si no tuviera nada que ver con la situación, como si hubiera sido una casualidad ajena a él, y no tuviera nada que ver con las atenciones y tragos que le había brindado y los bailes y conversaciones que compartieron durante la noche. 

En ese momento, perdí la paciencia y, aunque me acusó de estar celosa, quiero dejar claro que no se trata de celos. Él no me interesa de esa manera. Hace mucho tiempo elegí ser su amiga y nada más porque así lo prefiero y lo valoro. Para mí, la amistad siempre ha sido mucho más importante que cualquier tipo de relación casual. Tomé esa decisión consciente porque aprecio mucho más la conexión genuina que compartimos como amigos, pero a los amigos también se les debe respeto.

Si acordamos salir para pasar un rato agradable y compartir un buen momento, lo mínimo que espero es que no convierta la noche en su campo de caza, mientras su prima y yo estamos ahí como espectadoras de un show innecesario y fuera de tono. También, si me hubiera dejado claro desde el principio que yo estaría ahí como dama de compañía para su prima, lo habría entendido sin problema, porque para eso están los amigos. Pero no tenía ese conocimiento, y lo que esperaba era simplemente disfrutar de una noche relajada, no ser parte de un plan que resultó bastante tenso para mí.

Lo curioso es que, en realidad, la noche fue muy divertida. Bailamos, hubo muchas risas, buena conversación y momentos agradables. Sin embargo, todo pudo haber sido mucho mejor si no se hubiera presentado este insuceso. Me pregunto, ¿qué tan difícil es mantener la noche en su contexto? No éramos un grupo de solteros en un bar buscando nuestra próxima aventura amorosa. Era una noche entre amigos y familia, un momento que pudo haber sido más tranquilo y mucho más ameno.

A veces me cuestiono si estoy exagerando y si tal vez el coqueteo, de esa manera, es algo normal y natural, especialmente en hombres y mujeres de la generación de mi amigo. Sin embargo, también reconozco que, al perder la paciencia —quizás como consecuencia de los tragos de más—, no me comporté de la manera más madura y por eso le debo una disculpa a mi amigo. Pero también creo que, al igual que en otras áreas de la vida, hay un tiempo y un lugar para todo.

Al final de la noche, me fui con una mezcla de desconcierto y decepción. Me pregunté si alguna vez yo había hecho sentir así a alguien sin querer y reflexioné sobre lo importante que es respetar los espacios compartidos con amigos. 

La lección que me llevo de todo esto es que, aunque las intenciones no sean malas, algunas acciones pueden resultar inapropiadas e hirientes. Aún no he hablado con mi amigo desde anoche, pero realmente quisiera que las cosas se arreglaran, porque lo aprecio muchísimo. Y, al menos para mí, los amigos merecen que respetemos y valoremos su tiempo y su compañía, sin importar el contexto o la situación. 

¿Alguna vez has pasado por una situación similar con un amigo?